Enlaces

Hoy en día, en cualquier documento que se haya concebido para distribuirse por medios digitales será habitual incorporar hipervínculos a sitios web para acceder a todo tipo de recursos, y en documentos extensos también encontraremos enlaces internos para saltar de una sección o página a otra.

Identificación y estilo visual de los enlaces

Desde el punto de vista visual, los enlaces deberían ser fácilmente reconocibles al presentar un aspecto distinto al resto del texto. Generalmente, esto supone que los enlaces quedan subrayados y se presentan en un color diferente al resto del texto y el estilo que las editores de texto aplican por defecto a los enlaces ya suele ser fácilmente reconocible. Si bien no debería ser problemático alterar el estilo por defecto de los enlaces, por ejemplo para seguir una gama de colores acorde con otros estilos personalizados del documento, debemos recordar que sí es importante mantener un único estilo para todos los enlaces a lo largo del documento y que se mantenga bien diferenciado de otros elementos sin enlaces como pueden ser subtítulos o texto enfatizado, para evitar confusiones. Des del punto de vista de la legibilidad tampoco es recomendable que el texto de los enlaces se extienda excesivamente o que se ofrezca un número excesivo de enlaces en un solo párrafo (ante esta necesidad y según el contexto, quizá sea preferible presentar esos enlaces en forma de lista).

También deberíamos tener en cuenta la diferenciación entre enlaces internos y externos, aunque no siempre será necesario o recomendable hacerlo mediante la formatación o estilo del enlace (sino mediante una adecuada descripción siguiendo las pautas que plantearemos seguidamente), y deberíamos mantener una coherencia y uniformidad no solo en cuanto al aspecto de los enlaces sino en cuanto al uso que hacemos de ellos. Por poner un ejemplo algo evidente, si en un párrafo introductorio se incluye una lista que menciona una serie de contenido (tablas, figuras, anexos...) que encontraremos unas cuantas páginas más adelante, no tendría mucho sentido que uno de los elementos de dicha lista actuase como un vínculo interno al correspondiente contenido y en cambio el resto de elementos de la lista no enlazasen a los contenidos respectivos.

Por otro lado, si insertamos enlaces en elementos no textuales, por ejemplo una imagen, esa propiedad de interacción que hemos añadido a la imagen también debería quedar claramente anunciada y diferenciada de alguna manera. En definitiva, las personas que hagan uso de los recursos visuales para navegar por el documento, interpretarlo e interactuar con él deberían poder distinguir fácilmente y en todo momento que elementos son permiten alguna interacción como la que supone abrir o activar un enlace.

Enlaces de texto, descriptivos

En el caso de las personas que hacen uso de tecnologías de apoyo como lectores de pantalla, ya contarán con opciones para identificar los enlaces (que nada tendrán que ver con los estilos visuales aplicados), pero también con opciones para acceder a ellos con mayor rapidez y de forma descontextualizada (de la misma manera que otras personas podemos llegar a usar el aspecto visual de los enlaces para localizarlos rápidamente sin tener que leer todo el texto).

Por ello es importante que el texto de los enlaces describa claramente su funcionalidad o identifique su destino. Imaginemos, por ejemplo, que en un documento queremos incluir un enlace a nuestro sitio web y queremos hacerlo en medio de un párrafo, en una frase similar a "encontrarás más información en nuestro sitio web". Si el enlace ha de llevar a la página de inicio del portal web, podría insertarse simplemente en el texto "nuestro sitio web". En cambio, si el enlace ha de llevar a un apartado específico, deberíamos aclararlo en el texto. Por ejemplo, en una frase como "Consulta la agenda de actividades en nuestro sitio web", el enlace podría insertarse en el texto "agenda de actividades" si ese es su destino. Ahora bien, en estos supuestos estamos hablando de enlaces externos al documento y esto también debería quedar claro en el texto del hipervínculo, por lo que para el segundo ejemplo sería más adecuado insertarlo en el texto "agenda de actividades en nuestro sitio web". De esta manera, una persona usuaria con baja conectividad puede decidir si desea abandonar el documento para ir al sitio indicado o dejarlo para otro momento más propicio.

De igual manera es conveniente identificar también cuándo un enlace nos conduce a la descarga de un documento e informar del tamaño y formato de éste, y con dicha información la persona usuaria podrá revisar si dispone de la aplicación adecuada para consultar el archivo descargado. Por ejemplo, si queremos ofrecer la descarga del programa de actividades de una jornada, el cuál se ha publicado en formato PDF y con un peso de 2MB, el texto del enlace podría ser "programa de la jornada (PDF, 2MB)".

Imágenes como enlaces

Finalmente, si queremos usar una imagen o figura como enlace deberemos incorporar el texto de enlace como texto alternativo de la imagen y siguiendo las mismas pautas de descripción que hemos comentado para contextualizarlo convenientemente. Imaginemos, por ejemplo, que queremos darle forma de botón a un enlace y que en la imagen que usamos para ello aparece el símbolo usual de reproducción de un elemento multimedia. En el texto alternativo de la imagen que funcionará como texto del enlace, no será suficiente con indicar la acción "Reproducir". Debemos recordar que la persona que acceda al documento mediante ciertas tecnologías de apoyo puede llegar a navegar por todos los enlaces del documento de forma paralela a la lectura del cuerpo de texto, también por aquellos que estén dentro de imágenes.