Tipografía y párrafo

Un buen uso del tipo de letra es esencial para facilitar la legibilidad de un documento así como también lo es el tamaño del texto. De igual manera, existen una serie de recomendaciones que debemos tener en cuenta para dar forma a párrafos y otros bloques de texto.

Elección de la fuente de letra

En lo que a tipografía o fuente de letra se refiere, existen dos grandes familias. Las tipografías serif (como las conocidas Times, Times New Roman y Georgia) y las tipografías sans-serif (como son ejemplo la Arial, la Verdana o la Helvetica). Las fuentes de tipo serif incluyen trazos decorativos en los extremos de las letras mientras que las tipografías sans-serif se distinguen por no incorporar esta clase de remates decorativos. Para textos a reproducir en pantallas digitales, usualmente, las tipografías sans-serif aportan una mayor legibilidad. Otro factor a tener en cuenta a la hora de elegir una fuente de letra es que nos ofrezca una distinción clara entre aquellos caracteres más similares. De igual manera, además de escoger una tipografía con alta legibilidad, es aconsejable no abusar de características de formato como la letra en cursiva o negrita, el texto subrayado o el texto en mayúsculas, ya que pueden disminuir la legibilidad de los bloques de texto y también pueden suponer una capa de información innecesaria y que genere cierta incomodidad cuando se usen tecnologías de apoyo como los lectores en pantalla o las líneas braille.

Comparativa de dos caracteres en tipografia serif y su homóloga en versión sans-serif

Compatibilidad de fuentes

En la elección de la tipografía también debemos recordar que, en términos generales, las fuentes de letra deben instalarse en los dispositivos donde queremos reproducirlas y que, según la forma en que distribuyamos o publiquemos nuestro documento, posiblemente no podamos controlar que si las personas receptoras dispondrán de las fuentes escogidas para el diseño y elaboración del documento. Ante este escenario, es recomendable escoger fuentes ampliamente presentes en la mayoría de sistemas o aplicaciones, así como también escoger fuentes con características muy estandarizadas, para que en caso de substitución obligada por no estar disponible esto no afecte negativamente al diseño y legibilidad del documento. Por otro lado, tanto en sistemas de publicación web como en otros formatos de archivo digital orientado a la visualización y lectura (pero no a la edición) existen métodos para superar esta limitación, así que es muy recomendable ponerlos en práctica siempre que sea posible. Por ejemplo, a la hora de exportar un documento de procesador de texto a formato PDF podemos incrustar las fuentes de letra en el archivo resultante, de tal manera que las personas receptoras ya no tengan que instalarlas en sus dispositivos para que se reproduzcan correctamente cuando visualicen el documento.

Tamaño del texto

Igual de esencial que la elección de la tipografía es el tamaño de la fuente. Tanto un tamaño demasiado reducido como un tamaño excesivo pueden suponer un problema de accesibilidad. En entornos de publicación web se considera que lo importante es que las personas puedan re-dimensionar el texto sin la ayuda extra de tecnologías de asistencia (es decir, que se pueda hacer zum, por ejemplo, con las opciones que en este sentido ya integra cualquier navegador moderno, en el caso de los ordenadores de escritorio, y sin que sea necesaria ninguna otra herramienta de terceros) y sin que se pierda contenido ni se dificulte la navegación o alguna otra funcionalidad de la página. En cambio, en documentos digitales con un marco y tamaño definido que simulan la página impresa, la necesidad de hacer zum puede suponer un inconveniente y resultar en un problema de accesibilidad. En este escenario, por tanto, la elección del tamaño de texto es importante y, usualmente, se considera que para los párrafos y otros bloques de texto debe estar entre 12 y 14 puntos.

Estilo de párrafo

También es importante dar a los párrafos un formato que sea uniforme a lo largo del documento. Aunque a menudo escucharemos la opinión subjetiva de que el texto justificado aporta una apariencia más profesional a los documentos, lo cierto es que puede dificultar su lectura, por ejemplo, a personas con dislexia o con visión reducida. Por ello se aconseja, en cambio, el texto sin justificación y alineado al margen izquierdo. También es aconsejable disponer un interlineado de aproximadamente 1,5 puntos y que el espacio entre párrafos sea claramente mayor. Para establecer este espacio entre párrafos es muy usual que recurramos a la creación de líneas en blanco, a golpe de tecla de retorno, sin embargo esto puede generar cierta inconveniencia ante el uso de tecnologías de apoyo. Por ello, es importante evitarlo y debemos recordar que las opciones de definición de estilos de párrafo de cualquier procesador de textos moderno ya nos permitirá establecer los márgenes que deseemos. De igual manera, también debemos evitar el desplazamiento de bloques de texto a una nueva página mediante la creación de líneas en blanco y, en cambio, usar para ello las opciones de salto de página que nos ofrezca nuestro editor de documentos.